jueves, 13 de agosto de 2015

Capitulo 2 La Vida de Papo.



          La historia de Papo comienza cuando rondaban los años de 1960, criado en las casuchas de los callejones de la barriada San Ciprián, con su madre y cuatro hermanos, paridos todos con meses de diferencia.   Todos vivían en hacinamiento, en una vieja casa de madera casi en ruinas, techada de cartón con una sola puerta de entrada y de salida, y la letrina retirada en el patio.   Siempre habían estado viviendo de las ayudas que a las personas de escasos recursos les otorgaba entre Fela y Muñoz Marín, bajo programas federales que hicieron ver como suyos.   Cuantas veces acudían al comisario de barrio para que les diera un referido a alguna oficina del municipio.   No era una vida fácil para una madre abandonada con sus hijos a los cuales tenía que echar hacia adelante, y proveerles de las necesidades básicas que requieren los muchachos que tienen que asistir a una escuela.





Doña Berta, la madre de Papo,  hacía prodigios con las poquitas cosas que disponía para cocinar.   La comprita de la PRERA era para el mes y esos niños comían como pichón de elefante. Papo era el menor y había llegado solo hasta el cuarto grado.   Sus hermanos tampoco pudieron terminar la escuela, y la abandonaron en los grados primarios, no les interesaba lo que les enseñaban, tenían una visión de lo que la vida les mostraba no les daba muchas esperanzas, y terminaron no regresando.


Me contaba Papo, que dicho sea de paso, casi todos los Papos que conozco son patos (etiqueta pueblerina) y bien entregados en lo que hacen; sobre las discusiones que tiene con su madre.   Resulta que el Papo cuando tenía apenas 17 años, ya se ha lanzado al mundo del travestismo de forma seria. Siempre fue así, según me contara, porque usaba los maquillajes de su madre, a escondidas. Y de las prendas de vestir ni se diga, algo así como la película francesa “Ma Vie en Rosa”.  Estas tendencias se manifiestan en los primeros años de la infancia, es como estar en un cuerpo ajeno; una mente que se niega a aceptar lo que su biología externa posee. Entre las discusiones que se somete, me dijo, que el otro día cuando llegó a las dos de la madrugada, su madre se dio cuenta, y lo confronta:

 --Ya estás de nuevo correteando para venir a estas horas… esto

   me cansa, no te soporto.
               
─“Ya te dije que no amanezco afuera, que prefiero retirarme a mi casa y  estar tranquilo.”
              
─“¿Tranquilo?...cuando no se sabe ni dónde carajo te metes para venir a estas horas, buscando machos a lo mejor. Son muchas las preguntas que una se hace.”  
            
─“Papo… ¿y quién hace de macho?   porque creo que tu siempre estarás cogiendo.” 

La vida de Papo es distinta a la de otros jovencitos que muchas veces se encuentran confundidos, se sienten culpables, avergonzados porque no encuentran una salida a su condición.  En muchas ocasiones encuentran en el suicidio el escape a sus desventuras.  Muchos son echados fuera de la casa porque constituyen una deshonra para la familia. Otros se escapan y se van fuera del país cuando tienen la oportunidad.   Esta huida es la mejor y más conveniente alternativa si es que quiere tener control de su vida.  Pueden caer también víctimas de abusadores que los utilizan como esclavos sexuales.  Someterse a los deseos y expectativas de los demás no constituye garantía de felicidad.   La vida es dura y de por sí nadie es feliz si no es conforme con lo que tiene y lo que es.       

Resulta que el Papo tenía juntilla con el hijo de Panchita, una vecina.  Eran adolescentes entre los 15 y 17 años de edad ambos.   Ya todo el barrio comentaba de esta parejita, desde chismes hasta relajos crueles.  Que si se metieron a patos.  Que si les dio una calentura y luego salieron maricones.  Que se les cambiaron los cables.  Que la madre tuvo la culpa por tenerlos agarrados a la falda.  Que eso fue porque solo jugaban con las nenas y las muñecas.  Que los juegos de niño nunca les gustaron.  Que los violaron de manera incestuosa y les gustó la cosa.   Esta serie de creencias y superticiones son parte del folklore puertorriqueño, que se han venido perpetuando a través del prejuicio, la ignorancia, y el odio.

Cuando empezaba a despuntar la noche, estos dos jovencitos salían en pareja con unos pantaloncitos apretados y un suetercito que parecía que se los hubiesen cosido encima.  Nando se llamaba su compinche en estas lides el cual lucia un pelo tipo afro pero teñido de rubio.   Ambos eran flacos como dos varas de bambú.   Se podía notar el maquillaje que se aplicaban, pues las luces les hacían parecer como mascaras de polvo blanco resplandeciente. Mucho antes de que los machos se sacaran las cejas, estas dos criaturas de la noche ya lo hacían. También portaban unos aretes o pantallas de argollita en ambas orejas. Estos estaban adelantándose al futuro porque sendas cosas se observan ahora como lo más natural en los machos en los 2012.Nando y Papo se dirigían en las noches hacia San Juan Bosco a juntarse con las locas del puente de Cantera a josear.  En algunas ocasiones se van a hacer vida nocturna en Martín Peña donde las obscuras calles son testigo de sus aventuras.   

Las velloneras del Barrio tocaban lo de Cortijo y el Gran Combo en los cafetines de las calles con estridencia;  "Quítate de la vía, Perico", producciones que cosecharon éxitos como: "El bombón de Elena", "Maquinolandera", "El negrito bembón", "Con la punta del pie", "El Chivo" y "Saoco", entre otros.Es en esta vorágine que les ha tocado vivir, haciendo de limones limonada.   Entre la pobreza como esclavitud de una vida que no es la mejor y las amenazas a su diario vivir que siempre estuvieron como algo cotidiano a lo cual tenían que afrontar día a día.

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