jueves, 13 de agosto de 2015

Capítulo 4 Los marineros de Brasil










         Me dirijo hacia la calle Loiza donde justo casi frente al Teatro Riviera detrás de un local comercial vive la Janet.  Recuerdo que la había visitado días antes, acompañada de una loca amiga mía y fue para mí una agradable sorpresa.  El apartamentito era en un segundo piso y se entraba por un estacionamiento, pequeño pero cómodo de una habitación, estaba modestamente amueblado y con buena iluminación. 

        Janet era estilista en un salón de belleza y cualquiera que no lo conociera diría que es una chica sin tetas.  Su baja estatura le hacían dar cierta gracia y su manera de caminar era totalmente rítmico, con movimientos casi como si se moviera al son de una melodía musical.  El tono de voz grave no le impedía modular su voz para parecer femenina.  Llevaba recorte de cabello muy corto a los lados y atrás y largo arriba terminando en puntas por lo lacio de su cabello.  Los ojos eran grandes y expresivos y su sonrisa mostraba una dentadura que había sido restaurada en los dientes frontales, que eran de exactitud casi perfectos.  Vestía de pantalón corto y una camiseta ajustada.  Unas sandalias calzaban sus pequeños pies.  Ella estaba sometiéndose a un tratamiento de electrolisis, que consistía en remover todo su bello corporal, la barba, en el pecho y axilas y en la región púbica para darle la forma triangular, como en las hembras.  

        Le encantaba maquillarse y vestirse de mujer para pasear por las calles del Condado en las noches.  No le faltaban admiradores, y quien se le acercara desde el carro para hacerle alguna proposición.  No tenía necesidad de cobrar por sus servicios, lo que hacía era para divertirse y gozar de la ocasión. 

        La otra noche me dijo que había invitado a unos de varios marineros de un barco procedente del Brasil.  Los muchachos eran juguetones, según contaba, pues no cesaban de tocarla en las partes para ver si de verdad era mujer o macho.  Ella no tuvo reparos en hacerles ver que era una trans, por lo que los sorprendió aun más.  Los muchachos se entusiasmaron pues el cuerpo de ella era casi femenino, ayudado por las hormonas que había estado tomando desde hacía mucho tiempo.  Como ella no tenía carro, cogió un taxi con dos de los chicos que más le gustaron, le hubiese gustado llevárselos a todos, pero no podría controlarlos luego, porque casi siempre servía bebidas alcohólicas a sus invitados.  Una vez llegan al apartamento, me hace una llamada para decirme que tiene un chico adicional y puede ofrecerlo a alguien que se encargue de él.

─¿Sabes qué?

─Me conseguí dos chicos brasileros y son de lo mas monos, ¿vienes?

─¿Ha, sí?─le respondo.

─Pues no los dejes ir, que voy para allá.─le insistí.

        Apresuradamente, me encontraba cenando y dejé el plato para salir hacia la Calle Loiza donde iba a ser el encuentro.  Una vez que llego encuentro la luz tenue en el aposento, y una música de Ednita Nazario de la cual ella era fanática.  Habían estado tomando, y estaban bailando, con una risa como de haber estado en un juego de manos que iba de lo real a lo imaginario. 

─ Sírvete, me dijo, para que te pongas a tono. 

Eso hice y en un vaso eché hielo y whiskey que había sobre la mesa.   Sin perder el tiempo me acerco donde está el chico sentado creyendo que podía hacerlo.

─ Ese no me lo toques, me insistió, como con la lengua pesada por el licor que había ingerido horas antes. 

─ Dime  ¿cuál cojo entonces?
─ Ninguno, tienes que esperar a que yo decida porque me gustan ambos.
─ ¡No jodas!-- insistí  -- ¿para que entonces me invitas?, si tengo que coger tus sobras.
Fue entonces que el restregamiento que tenía con el que estaba bailando, la envolvió de tal manera que se fueron derechito al cuarto dormitorio donde cerró de un cantazo la puerta.
─ Ahora es mi oportunidad, pensé. 
        Y comienzo a hablarle al marinerito brasilero que casi ni entendía lo que le comunicaba.  Ya mis manos habían comenzado a realizar el examen de rigor.  Tratando de soltar aquel pantaloncito ajustado color blanco.  No podía, porque además no se dejaba como yo quisiera, entonces cambie de estrategia y fui poco a poco.  Ayudado por los tragos que había estado ingiriendo procedo a darle otro más, para ver si soltaba prenda. 
        En esos momentos se escuchan unos suspiros agitados que proceden del cuarto donde habían entrado la Janet y el otro chico.  Estos cambiaron a gemidos los cuales los de la puta de Janet eran los más audibles.  Esto como que puso caliente al muñeco vestido de blanco que tenía y no esperé más, comencé a despojarlo del pantaloncito hasta llevárselo a las rodillas Ya había logrado lo que tanto anhelaba, y no me detuve ahí, introduje mis dedos en el elástico de sus calzoncillos tan ansiosa estaba que parecía como si estuviese pelando un pastel para Nochebuena. 

        Cuando logré bajarlo, saltó aquello como un trampolín de una piscina, o más bien una catapulta de los tiempos medievales, con dos hermosas pelotas en su base.  Me apresuro a probar tan delicioso bocado y siento su firmeza  penetrando entre mis labios hasta tocar fondo en mi garganta, mas no quedó ahí la cosa.  El chico se incorpora y entonces me tiende la cabeza sobre el asiento del sofá y  entonces es él el que comienza a darme desde arriba en movimientos de entrada y salida de una manera rítmica y deliciosa. 
        El chico comienza a ponerse agitado, con una respiración profunda hasta soltarme toda su tibieza en mi boca.  La retuve.  No podría tragarla pues su pegajosidad se quedaría incrustada en mis cuerdas vocales, pensaba, de manera que hice buche y corriendo la solté en el escusado del baño, aunque creo que el chorro salió con tal fuerza que parte de él se introdujo en mi tráquea.  Aun así, me gusto aquel acto, y luego de darle una servilleta se comenzaba a limpiar y guardar tan admirable instrumento.
        Al cabo de un rato, sale la puta Janet envuelta en una bata de satín y va a lavarse en el baño seguida del chico que con ella estaba.  Entre risas y duchazos estaban bañándose juntos.  Luego de esas faenas salen y comienzan a ingerir bebidas nuevamente,  ahora es que comienza la noche.  Entre las canciones de Ednita Nazario y las bebidas con esos dos chicos, pasamos una noche deliciosa de la cual nunca podría olvidarme.


________________________________________________________

No hay comentarios:

Publicar un comentario